El movimiento de carga boliviana por el puerto de Arica se redujo en un 20% en lo que va del año; en contraste, el comercio exterior por puertos peruanos mostró un incremento sustancial en el mismo período, señaló el gerente ejecutivo de la Administración de Servicios Portuarios de Bolivia (ASP-B), Dante Justiniano.
“El movimiento de la carga boliviana por el puerto de Arica ha mostrado una reducción de un 20%; sin embargo, estos meses de septiembre, octubre y noviembre, para las fiestas de fin de año se va incrementar la carga por el puerto de Arica, esperamos (…) por el lado del Perú estamos muy bien; hay empresas que definitivamente apuestan por los puestos peruanos”, sostuvo.
El gerente de la ASP-B indicó que la carga boliviana por los puertos peruanos de Ilo y Matarani se incrementó en los últimos meses, superando en cuatro meses el volumen alcanzado durante todo el año pasado.
Justiniano explicó que en 2021 por el puerto de Ilo se movieron, de enero a abril, más de 72.000 toneladas de carga y este 2022 hasta abril ya se movieron más de 100 mil toneladas, lo que sobrepasó las expectativas.
En el caso del puerto de Matarani, a la fecha ya se movieron más de 120 mil toneladas y en los siguientes meses seguirá llegando carga boliviana a ese puerto.
El ejecutivo de la ASP-B informó también que en los próximos días llegarán al puerto de Matarani del Perú tres buques con carga boliviana de aproximadamente 18.000 toneladas y al puerto de Ilo llegará una carga de 50 millones de litros de diésel para YPFB.
Para tal efecto se trabaja con el Gobierno peruano, para que a través de su empresa estatal Petroperú, se hagan las gestiones técnicas para la operativa portuaria que permitan la llegada de esta importante carga.
Un reporte de la estatal Yacimientos petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) al que accedió EL DEBER señala que hasta el mes de agosto las exportaciones de toda la cadena de hidrocarburos, incluyendo la urea y el Gas Licuado de Petróleo (GLP), llegaron a los $us 2.483 millones. Mientras que las importaciones, de acuerdo con las cifras que maneja la estatal, alcanzan a los $us 1.924 millones.
Estos datos salen a la luz después de que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reportara que las importaciones de combustibles superaron las exportaciones de gas natural, generando un déficit comercial de $us 452,5 millones hasta el mes de julio de este año.
El INE sostiene que en los primeros siete meses las exportaciones llegaron a $us 1.749 millones y que las adquisiciones de combustibles fueron de $us 2.274 millones.
Cabe recordar que el precio de los hidrocarburos líquidos se disparó a escala global por la guerra entre Rusia y Ucrania. A estos se suman los diversos problemas logísticos que presentó la estatal YPFB para el suministro, lo que derivó en largas colas en algunas ciudades del interior y de camiones cisternas en las refinerías en especial en Santa Cruz.
Ante esta situación, el presidente de YPFB, Armin Dorgathen, señaló que lo peor ya pasó y sostuvo que las cifras reportadas por el INE no incluían las exportaciones de Urea y GLP, que han tenido buenos resultados.
Es más, aseguró que hasta fin de año el país tendrá un superávit comercial. Además, aseguró que se están realizando varias acciones para poder reducir las compras de combustibles.
Una de ellas es la orden de proceder que recientemente dio el presidente, Luis Arce Catacora, para la construcción de la planta de Biodiésel en Santa Cruz. A esto se suma los proyectos de exploración Yope X1 y Las Delicias X1.
Sin embargo, el exministro de Hidrocarburos, Guillermo Torres, cuestionó la gestión de YPFB y contrario a lo expuesto por Dorgathen, sostuvo que la tendencia en cuestión de precios de los combustibles es ascendente debido a la guerra que existe entre Ucrania y Rusia.
Bolivia y Argentina instalarán este viernes, 23 de septiembre, mesas de trabajo para la implementación de convenios en el desarrollo del litio y tecnología nuclear, se informó desde Buenos Aires. Esta actividad se llevará a cabo en la capital cruceña, donde asistirá el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de Argentina, Daniel Filmus.
Según la agenda bilateral, dada a conocer por la delegación argentina, las mesas de trabajo arrancarán a las 14:30 con la participación de técnicos de las empresa argentina YPF-Tecnología (Y-TEC) y la nacional Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB).
El encuentro apunta a la implementación de un convenio de cooperación tecnológica -científica para la producción de celdas y baterías ion litio.
Paralelamente, se reunirán representantes de la Comisión Nacional de Energía Atómica y de la Agencia Boliviana de Energía Nuclear (ABEN). En las mesas de trabajo se definirán líneas para la puesta en marcha de los convenios firmados a finales de julio pasado en Buenos Aires.
Para las 17:30 se anuncia la presentación de las conclusiones y media hora después, los ministros de Hidrocarburos, Franklin Molina, y de Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, ofrecerán una rueda de prensa.
Los Gobiernos de Bolivia y Argentina buscan consolidar una alianza en torno al litio como un recurso natural estratégico para la investigación, intercambio de conocimiento, capacitación de profesionales, explotación y producción con valor agregado.
En el caso de la tecnología nuclear, se analiza su implementación en las áreas de salud, agricultura, industria y minería, seguridad tecnológica, monitoreo radiológico-ambiental, tratamiento y gestión de residuos radiactivos.
Las mesas de trabajo se instalarán tras la inauguración del Centro de Medicina Nuclear, ubicado en la zona Pampa de la Isla, construido por la empresa argentina INVAP.
Las exportaciones de soya y carne vacuna alcanzaron los 1.531 millones de dólares en los primeros siete meses de lo que va del año, una cifra que está 200 millones por debajo de las exportaciones de hidrocarburos del país. Expertos esperan que hasta fin de año la ventas de estos alimentos igualen a las del gas y del petróleo.
“Hasta julio se exportaron 1.421 millones de dólares en soya y superó al total de las exportaciones del año pasado. El año pasado, la exportación de carne, algo de hamburguesas y despojos comestibles alcanzó 102 millones de dólares por casi 21.000 toneladas. Hasta julio de este año, ya se exportó 18.000 toneladas por 110,5 millones de dólares” declaró el Gary Rodríguez, gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
El último boletín de Comercio Exterior publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) da cuenta que las exportaciones de hidrocarburos, en especial del gas natural, alcanzaron a 1.749,5 millones de dólares hasta julio pasado. Esta cifra supera sólo en 218 millones de dólares a las ventas por soya y carne.
“Estos niveles superaron los registros del 2021 y al paso que vamos podremos acercarnos a los 2.000 millones de dólares de exportación sólo de soya. Eso puede significar que este producto podría alcanzar los niveles de exportación de hidrocarburos. Eso es bueno porque son más divisas para el Estado”, agregó Rodríguez.
A mediados de la década de los 80 Santa Cruz “experimentaba” con la soya y el Gobierno abrió el mercado de la Comunidad Andina y comienzan las exportaciones. Luego, el Estado permite el uso de la biotecnología para un evento desde 2005 y la soya se dispara. “Hemos exportado 58 millones de toneladas y eso significó un ingreso de agregado de casi 17.747 millones de dólares desde 1980 hasta julio”, agregó el experto.
El incremento en la producción de carne, para Rodríguez, es el resultado del trabajo público-privado. “El Gobierno ayudando en la erradicación de la fiebre aftosa, ocupándose de la sanidad, abriendo el mercado externo como China, Vietnam, Congo, Rusia; y el sector privado invirtiendo en pasturas, potreros, cadenas de frío, frigoríficos, genética para sobreproducir y exportar menos del 10% del consumo nacional”, precisó.
Para Rodríguez, este proceso se debería replicar en otros productos agrícolas como la quinua, el amaranto, la cañahua y el tarwi, a los que calificó como “súper alimentos” que deben ser producidos a gran escala, de forma mecanizada, con buenas prácticas agrícolas, tecnificando su producción para alcanzar mercados externos y traer más divisas.
Santa Cruz
El presidente del IBCE, Demetrio Soruco, explicó que el departamento de Santa Cruz se convirtió en una tierra de “oportunidades”. “El departamento tiene una población de 3,5 millones de habitantes y representa el 30% de la población nacional. (…) Aporta al Producto Interno Bruto (PIB) alrededor de 1.300 millones de dólares y respecto al 2021 significó un crecimiento del 5,5%”, explicó.
Los datos fueron proporcionados a pocos días de la efeméride cruceña. Su aporte al PIB agropecuario nacional bordea el 45% y contribuye a la “autosuficiencia alimentaria del país”. Según datos del IBCE, Santa Cruz alcanzó un récord en la producción de 16,4 millones de toneladas de alimentos que representan el 76% del total del país. El IBCE, además, presentó el libro “Modelo de Desarrollo Cruceño”, con 750 mil descargas de su web.
Entregan un protocolo
para exportar genética
El Ministerio de Desarrollo Rural y el Senasag entregaron a la Asociación de Criadores de Cebú (Asocebú) un protocolo sanitario para poder exportar semen, embriones y ganado en pie. Anoche concluyó la primera rueda de negocios del sector y Guatemala, El Salvador, Panamá, Honduras, Cuba y Costa Rica son algunos de los nuevos destinos de la genética boliviana.
“Terminando la feria y remates vamos a hacer un relevamiento con lo que fueron las intenciones de negocios y negocios concretados para tener un criterio real del movimiento”, declaró el presidente de Asocebú, Yamil Nacif.
El empresario agregó que los protocolos les facilitarán “mucho” para que sea más acelerado el trabajo operativo de abrir nuevas fronteras para la exportación del cebú. Además, mencionó ayer que las razas Gyr y Nelore fueron las más apreciadas por los visitantes extranjeros.
“El Gobierno coadyuvó al emprendimiento de los productores de cebú de Bolivia. Ahorita el país está habilitado, junto con otros siete Estados, para la exportación”, expresó.
El ministro de Desarrollo Rural, Remy Gonzales, dijo que continuarán trabajando en “más protocolos” para poder llevar la genética a los países que así lo requieran.
El director nacional del Senasag, Javier Ernesto Suárez, informó a Unitel que Bolivia ya exportó genética a siete países de la región: Brasil, Ecuador, Colombia, Cuba, Venezuela, Perú y Paraguay. A estos dos últimos incluso se exportó ganado en pie, por lo que la experiencia genera alta expectativa en el sector pecuario.
La decisión de la Reserva Federal de aplastar la inflación en Estados Unidos mediante el aumento de las tasas de interés está causando estragos en otros países, al hacer subir los precios, aumentar el tamaño de los pagos de la deuda e incrementar el riesgo de una profunda recesión.
Estos aumentos de las tasas de interés inflan el valor del dólar —la moneda de referencia para gran parte del comercio y las transacciones del mundo— y provocan inestabilidad económica tanto en los países ricos como en los pobres. En Reino Unido y en gran parte del continente europeo, la aceleración del dólar está contribuyendo a alimentar la inflación.
El lunes, la libra llegó a un mínimo histórico frente al dólar ante la resistencia de los inversores a un plan de recorte de impuestos y gastos del gobierno. Y China, que controla férreamente su moneda, fijó el renminbi en su nivel más bajo en dos años, mientras tomaba medidas para gestionar su caída.
En Nigeria y Somalia, donde el riesgo de hambruna ya acecha, la fortaleza del dólar está haciendo subir el precio de los alimentos, el combustible y los medicamentos importados. El dólar fuerte está acercando a Argentina, Egipto y Kenia, países muy endeudados, a la suspensión de pagos y amenaza con desalentar la inversión extranjera en mercados emergentes como India y Corea del Sur.
“Para el resto del mundo, es una situación sin salida”, dijo Eswar Prasad, profesor de economía en Cornell y autor de varios libros sobre divisas. Al mismo tiempo, dijo, la Reserva Federal no tiene más remedio que actuar agresivamente para controlar la inflación: “Cualquier retraso en la acción podría empeorar aún más las cosas”.
Las decisiones de política tomadas en Washington suelen tener una amplia repercusión. Estados Unidos es una superpotencia con la mayor economía del mundo y grandes reservas de petróleo y gas natural. Sin embargo, cuando se trata de las finanzas y el comercio mundial, su influencia es descomunal.
Esto se debe a que el dólar es la moneda de reserva del mundo, la que las empresas multinacionales y las instituciones financieras, independientemente de dónde se encuentren, utilizan con más frecuencia para fijar el precio de los productos y pagar las cuentas. La energía y los alimentos suelen cotizarse en dólares al comprarse y venderse en el mercado mundial. Lo mismo ocurre con gran parte de la deuda de los países en desarrollo. Según un estudio del Fondo Monetario Internacional, aproximadamente el 40 por ciento de las transacciones mundiales se realizan en dólares, sin importar si involucran a Estados Unidos o no.
Y ahora, el valor del dólar comparado con otras monedas importantes como el yen japonés ha alcanzado el máximo de las últimas décadas. El euro, empleado por 19 naciones de toda Europa, alcanzó la paridad 1 a 1 con el dólar en junio por primera vez desde 2002. El dólar también se está imponiendo frente a otras monedas, como el real brasileño, el won surcoreano y el dinar tunecino.
Una de las razones es la serie de crisis que han sacudido el mundo, como la pandemia de coronavirus, los atascos en la cadena de suministro, la invasión rusa a Ucrania y la serie de desastres climáticos que han puesto en peligro el suministro mundial de alimentos y energía. En un mundo angustiado, el dólar ha sido tradicionalmente un símbolo de estabilidad y seguridad. Cuanto peor van las cosas, más se compran dólares. Además, las perspectivas económicas en Estados Unidos, por muy turbias que sean, siguen siendo mejores que en la mayoría de las demás regiones.
El alza en las tasas de interés hace que el dólar sea aún más atractivo para los inversores, ya que les garantiza una mayor rentabilidad. Esto, a su vez, significa que están invirtiendo menos en los mercados emergentes, lo que pone más tensiones en esas economías.
La inusual concatenación de acontecimientos, que ha provocado el debilitamiento de la demanda mundial, empeora aún más las cosas para los países que, de otro modo, podrían beneficiarse de una moneda devaluada para exportar más sus propios productos, que se han abaratado.
Una divisa frágil en ocasiones puede funcionar como “mecanismo de protección”, al ocasionar que los países importen menos y exporten más, dijo Prasad. Pero en la actualidad, muchos “no están viendo los beneficios de un crecimiento más sólido”.
Sin embargo, deben pagar más por las importaciones más básicas como el petróleo, el trigo o los medicamentos así como por los pagarés de deudas multimillonarias expresadas en dólares.
Consideremos que, hace un año, 100 dólares de petróleo o un pago de deuda de 100 dólares costaban 1572 libras egipcias, 117.655 wones coreanos y 41.244 nairas nigerianas.
Supongamos que no hubiera habido subidas de precios ni inflación. Hoy, debido exclusivamente al fortalecimiento del dólar, ese mismo pago de 100 dólares cuesta 1950 libras egipcias, 143.158 wones y 43.650 nairas.
Los compradores estadounidenses, mientras tanto, se benefician de la ganga. El año pasado, una lata de té de 12 libras esterlinas del Reino Unido costaba 16,44 dólares, y hoy cuesta 13,03 dólares. Una caja de 50 euros de bombones belgas ha pasado a costarles de 58,50 a 48,32 dólares. El abaratamiento de las importaciones ayuda a mantener la inflación estadounidense bajo control.
“No recuerdo la última vez cuando el problema era que un dólar fuerte era una forma en la que Estados Unidos exportaba la inflación, extinguiendo parte de la propia, pero añadiendo más de ella en todo el mundo”, dijo Jason Furman, profesor de economía en Harvard que fue asesor económico principal en el gobierno de Barack Obama.
Los más vulnerables son los más perjudicados. Los países pobres a menudo no tienen más remedio que pagar los préstamos en dólares, sin importar cuál era el tipo de cambio cuando pidieron el dinero. El aumento de las tasas de interés en Estados Unidos fue lo que desencadenó la catastrófica crisis de la deuda en América Latina en la década de 1980.
La situación es especialmente delicada debido a que muchos países se endeudaron por encima del promedio para enfrentar las consecuencias de la pandemia. Y ahora están ante una nueva presión para ofrecer ayuda pública, ya que los precios de los alimentos y la energía se disparan.
En Indonesia, este mes, miles de manifestantes, furiosos por un aumento del 30 por ciento en el precio del combustible subvencionado, se enfrentaron a la policía. En Túnez, la escasez de alimentos subsidiados, como el azúcar, el café, la harina y los huevos, ha hecho que se cierren cafeterías y se vacíen las estanterías de los mercados.
Brasil ha recortado los impuestos sobre el combustible y ha aumentado las ayudas sociales, pero la subida de los precios sigue siendo una dificultad diaria.
Maria Cícera da Silva vive con su hija y su nieta en un apartamento de 15 metros cuadrados en la Rocinha, un barrio pobre de las lomas de Río de Janeiro. “Vas a la tienda, compras algo a un precio hoy”, dijo, pero al día siguiente, cuesta más. “Ha sido duro”.
También las empresas privadas en mercados emergentes como Corea, Brasil e Indonesia pidieron prestados en la última década grandes cantidades de dólares, atraídas por lo que parecían ser tasas de interés fiablemente bajas.
Una nueva investigación sobre el impacto de un dólar fuerte en los países emergentes descubrió que este lastra el progreso económico en general.
“Puede observarse que los efectos negativos de un dólar más fuerte son muy pronunciados”, dijo Maurice Obstfeld, profesor de economía de la Universidad de California, Berkeley, y uno de los autores del estudio.
Además, hay un efecto acumulativo. Incluso en países donde la inflación no es tan alta, los bancos centrales se sienten presionados a subir las tasas de interés para reforzar sus monedas y evitar que los precios de las importaciones se disparen. La semana pasada, Argentina, Filipinas, Brasil, Indonesia, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos, Suecia, Suiza, Arabia Saudita, Reino Unido y Noruega subieron las tasas de interés.
A pesar de las penurias económicas que está causando el dólar fuerte, la mayoría de los economistas afirman que el resultado global sería peor si la Reserva Federal no consiguiera frenar la inflación en Estados Unidos.
Al mismo tiempo, el aumento de las tasas de interés en todo el mundo causa la preocupación de que los banqueros centrales vayan demasiado lejos, demasiado rápido. El Banco Mundial advirtió este mes que las subidas simultáneas de las tasas de interés están empujando al mundo hacia una recesión y a los países en desarrollo hacia una serie de crisis financieras que causarían un “daño duradero”.
Está claro que el mandato de la Reserva Federal es velar por la economía estadounidense, pero algunos economistas y responsables de política extranjeros sostienen que debería prestar más atención a las consecuencias que sus decisiones tienen en el resto del mundo.
En 1998, Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal durante cinco mandatos, argumentó que “no es creíble que Estados Unidos pueda seguir siendo un oasis de prosperidad que no se vea afectado por un mundo que está experimentando una gran tensión”.
Estados Unidos se enfrenta ahora a una economía en desaceleración, pero el dilema esencial es el mismo.
“Los bancos centrales tienen mandatos puramente domésticos”, dijo Obstfeld, economista de la Universidad de California en Berkeley, pero la globalización financiera y comercial ha hecho que las economías sean más interdependientes que nunca, por lo que se necesita una cooperación más estrecha. “No creo que los bancos centrales puedan permitirse el lujo de no pensar en lo que pasa en el extranjero”.
Llevaremos la carrera de Comercio Internacional al más alto nivel