Urge habilitar Puerto Busch por el mayor flujo de carga y acceso al Atlántico

A pesar de que el gobierno de Evo Morales en marzo de 2019 creó el Consejo Estratégico para el Aprovechamiento de Puerto Busch y de la Hidrovía Paraguay-Paraná (HPP) y reguló su funcionamiento a través del Decreto Supremo 3826 y en 2020, Jeanine Áñez declara como política de Estado la habilitación del mencionado proyecto portuario, en la gestión de Luis Arce, hasta la fecha no arranca y más bien se optó por la vía fluvial Ichilo-Mamoré.

Por ello, actores del sector económico piden al gobierno de Luis Arce, retomar estos avances e impulsar Puerto Busch con inversiones en el dragado permanente del Canal Tamengo, para que juntos con Puerto Jennefer, Gravetal y Puerto Aguirre converjan con una salida viable y fluida al Atlántico.

El gerente general de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (Fepsc), Julio Kempff, resaltó que Puerto Busch sigue siendo de gran expectativa para la población boliviana en general, por lo que significa el transporte de carga nacional y extranjera por el océano Atlántico.

“Hace cuatro años aproximadamente, los privados hemos tenido una asociación accidental de trabajo con este proyecto (Puerto Busch), pero no tuvimos contacto con el Gobierno nacional hasta la fecha para el impulso del mismo que es la gran puerta al Atlántico”, afirmó el ejecutivo cruceño.

Kempff comentó que la idea original, fue la de conformar una Asociación Pública-Privada (APP); es decir, una inversión del sector empresarial con el Estado, con el objetivo de construir una salida portuaria soberana por el río Paraguay con una flota de barcazas con productos de exportación e importación, convirtiendo una sinergia de coexistencia con los otros tres puertos, para el traslado de mayor cantidad de carga, siendo esta ruta la de mayor reducción de costos, con diferencia a los que salen por las costas del oceáno Pacífico.

Asimismo, el presidente de la Cámara de Exportadores, Logística y Promoción de Inversiones (Cadex), Osvaldo Barriga, sostuvo que se debe implementar el proyecto de Puerto Busch, que es de gran importancia desde el punto de vista económico y geopolítico, pero es complementario junto con los actuales puertos del Canal Tamengo.

Recordó que por la hidrovía Paraguay-Paraná en 2019 se llegó a exportar 1,3 millones de toneladas de productos bolivianos, que junto a la carga de importación, pueden aportar con un flujo mayor a las 2 millones de toneladas al año. “Para volver a estos niveles y superarlos es importante que el Gobierno también pueda priorizar inversiones para la limpieza del canal Tamengo y así ayudar a que los niveles del agua permitan el transporte por barcazas. Puertos privados bolivianos ya han hecho inversiones en la zona para facilitar las exportaciones”, subrayó.

Destacó que si bien son importantes, tanto la hidrovía Paraguay- Paraná con la de Ichilo-Mamoré, pero por esta última solo salieron 60 toneladas de madera con destino a Francia, mientras que por el sudeste boliviano zarparon 570.000 toneladas de productos a los puertos del Atlántico, pese a que la navegabilidad se redujo por la sequía de los afluentes a esta ruta que conecta con Brasil.

El transporte es clave

El gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, dijo que la economía boliviana depende mucho del comercio exterior, en términos de exportación e importación, por lo que la logística y el transporte son importantes para su competitividad, de ahí que toda iniciativa que apuntale la misma será de beneficio para el país, aunque, siempre es bueno establecer prioridades.

“Es cierto que Puerto Busch es una aspiración histórica regional, declarada de interés nacional, para lo cual hasta se conformó un comité impulsor, pero que no ha tenido un mayor avance siendo que su construcción demandará una gran cantidad de recursos de inversión y tiempo”, sostuvo.
Resaltó que para un país geográficamente enclaustrado como Bolivia, ver todas las posibilidades es bueno, pero es recomendable privilegiar lo que ya existe, como los puertos de la cabecera (Jennefer, Gravetal y Aguirre).
Dijo que si bien se llegó a mover más de 2 millones de toneladas de carga de importación y exportación en 2019, el Estado debe apoyar esta realidad, dragando permanentemente el canal Tamengo, para ser consecuentes con el lanzamiento del Sistema Portuario Boliviano al Atlántico, realizado en octubre de 2018 por el gobierno de entonces.

En tanto que el presidente de la Cámara Nacional de Industrias Oleaginosas de Bolivia (Caniob), Jorge Amantegui, subrayó que Puerto Busch es el hito boliviano más esperado, para tener un puerto sobre el río Paraguay con salida soberana al océano Atlántico. “Es una obra que debe concretarse en el corto o mediano plazo, operando el comité impulsor creado al efecto y con políticas y acciones concretas en el área”, resaltó Amantegui.

Apuntó que para Caniob es prioritario resolver los problemas de navegabilidad de la hidrovía Paraguay-Paraná, para evitar la paralización de las exportaciones y la afectación económica que produce a las empresas nacionales y al país en su conjunto.

Lamentó que la mencionada ruta no está siendo atendida con políticas y acciones gubernamentales que permitan una navegabilidad todo el año.

El presidente de la Cámara Nacional de Despachantes de Aduana (CNDA), Antonio Rocha, coincide en que la mejor opción de ingreso soberano a la hidrovía está en Puerto Busch, donde el Estado debe invertir en acceso ferroviario y carretero.

“Dejando el desarrollo portuario a la inversión privada, este proyecto puede movilizar mayores exportaciones y una expansión económica del sudeste de Santa Cruz en los sectores de siderurgia, cemento, forestal, mineral, agroquímico, etc.”, puntualizó el ejecutivo. Rocha dijo que la HPP, transporta habitualmente decenas de millones de toneladas de Bolivia, Brasil, Argentina y Paraguay desde es el centro-oeste Sudamericano hasta el Atlántico Sur a través de los puertos argentinos de Rosario, Santa Fe y Buenos Aires y los uruguayos de Nueva Palmira y Montevideo.

Manifestó que si bien el Gobierno nacional tiene el Plan Plurianual 2021-2025, que contempla el desarrollo de las hidrovías Ichilo-Mamoré, Paraguay-Paraná y Canal Tamengo, donde espera elevar el volumen de carga, pero, ninguno de estos proyectos tiene asignado presupuesto, y solo el plan quinquenal suma $us 33.000 millones en cinco años.

Incremento del precio del barril de petróleo generará mayores ingresos para Bolivia, pero más gasto en subvención, según expertos

El aumento en el precio del barril de petróleo trae consigo aspectos positivos y negativos para Bolivia, según expertos del sector de hidrocarburos. El viernes, el precio del barril de petróleo Brent para entrega en marzo en el mercado de futuros de Londres alcanzó a los $us 89,34 dólares.

“El impacto de siempre será el incremento de precio de los combustibles importados, una mayor erogación del Estado por la subvención y un pequeño incremento por la exportación de gas debido a los volúmenes decrecientes de exportación”, dijo Hugo del Granado, experto en hidrocarburos.

Por su parte, el exministro de Hidrocarburos, Mauricio Medinaceli, indicó que, por un lado, subirá el subsidio y por otro los ingresos por IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos) y regalías.

En tanto, el precio del petróleo intermedio de Texas (WTI), cerró el viernes a los $us 86,61. El banco central estadounidense, señaló que piensa subir sus tasas desde marzo, “lo que generó una ligera presión a la venta en el mercado petrolero”, explicó Carsten Fritsch, de Commerzbank.

El dólar se fortaleció, y eso contribuye a bajar los precios pues el barril de crudo se vuelve más caro para inversores en otras divisas.

Los precios habían subido el miércoles, con el Brent superando los 90 dólares por barril por primera vez en siete años, por la tensión entre Rusia y Occidente y las amenazas a los Emiratos Árabes Unidos del movimiento hutí de Yemen, que avivaron el nerviosismo en el mercado del petróleo.

Rusia, el segundo mayor productor de petróleo del mundo, y Occidente han estado en desacuerdo sobre Ucrania, provocando temor a que el suministro de energía a Europa se interrumpa, aunque las preocupación se centra en el suministro de gas en lugar de crudo.

Rusia dijo este jueves que estaba claro que Estados Unidos no estaba dispuesto a abordar las principales preocupaciones de seguridad de Moscú en su enfrentamiento sobre Ucrania, pero mantuvo la puerta abierta al diálogo.

ASP-B dice que acceso al mar mejoraría condiciones de comercio exterior boliviano

El gerente ejecutivo de la Administración de Servicios Portuarios – Bolivia (ASP-B), Dante Justiniano, aseguró que el acceso al mar para el país altiplánico puede generar mejores condiciones para el comercio exterior boliviano.

“Los lazos de hermandad con nuestros hermanos del Perú siempre han estado presentes, sería importante para Bolivia tener estos aspectos que implican una mejor condición para el comercio internacional boliviano, para la carga boliviana”, dijo Justiniano.

El ejecutivo de la empresa estatal hizo esa aseveración ante la declaración del Presidente de Perú, Pedro Castillo, quien dijo que hará una consulta a los ciudadanos peruanos sobre la posibilidad de otorgar una salida al mar a Bolivia.

“Creemos firmemente que el movimiento económico, ante este tipo de anuncios, obviamente va a ser muy favorable”, remarcó el funcionario boliviano.

La ASP-B y la Empresa Nacional de Puertos S.A. (Enapu) de Perú trabajaron en acuerdos “muy buenos” para el movimiento de carga boliviana por los puertos de ese país, según Justiniano.

“En materia de comercio, las relaciones son muy buenas, se ha trabajado en muy buenos acuerdos, hay un importante crecimiento (de) 163 por ciento en Ilo. (Asimismo), la ASP-B ya está controlando también el movimiento (de carga boliviana) por Matarani; por eso, es que este año hemos tenido un crecimiento de más de 2.000 por ciento”, señaló.

Comercio exterior: prevén contexto “menos favorable” para el 2022

Después de registrar un superávit de u$s15.000 millones en 2021, el escenario global para el comercio exterior se plantea “menos favorable” para 2022. Así lo advierten analistas y consultoras privadas, que remarcan que este “no sería un año tan alentador como el año pasado para nuestras exportaciones”.

Por caso, desde la consultora LCG realizaron un informe en el que proyectan para este año un menor “viento de cola” en el contexto internacional. “Conviene tener presente que 2022 se presenta con más riesgos desde el frente externo que 2021. Por lo pronto, por sobre el rebote pos pandemia, nuestro principal socio comercial -Brasil- mantiene un crecimiento anémico, con proyecciones que se centran en 0,3% anual para 2022, en un año electoral donde la incertidumbre política podría frenar su economía. A su vez, China lejos está de crecer a las tasas que lo hacía hace una década (el FMI proyecta un crecimiento de 4,8% anual para este año) y las presiones por un endurecimiento de la política monetaria por parte de la Fed y del BCE a raíz de la inflación creciente en el hemisferio norte prometen ir contra la liquidez global y el precio de los commodities, algo que jugó a favor el año pasado”, remarcaron desde la firma, y sostuvieron que se trata de un “escenario aún favorable, pero no tan prominente como el de 2021”.

“En 2021, la mejora en términos de intercambio jugó un rol clave. El incremento en los precios de nuestras exportaciones fue en torno al 26%, que fue casi el doble que el de las importaciones, cuyo precio creció en promedio 15%. Esto permitió sostener el saldo comercial superavitario. Eso, pese a que el crecimiento de las cantidades importadas, que crecieron 30%, casi triplicó al de las cantidades exportadas, que fue del 13%”, analizó a Ámbito el consultor económico Santiago Manoukian, quien agregó: “Es decir que la mejora en los términos de intercambio, permitió compensar el desbalance en términos de cantidades. Incluso, cuando se ve el superávit comercial del año pasado, se ve que más de la mitad de ese superávit se explica por la dinámica de los precios internacionales”.

Manoukian sostuvo que el año pasado “hubo un factor exógeno excepcional, que no esperamos que se repita este año”. “Para el 2022 esperamos un contexto en donde los precios internacionales muestren un escenario menos propicio, por distintas razones. Por un lado, el mercado no está esperando otro ‘boom’ del precio de los commodities. Además, el hecho de que la Reserva Federal esté apuntando sobre las tasas de interés, eso ha jugado históricamente en contra del precio de los commodities. El año pasado, con la inundación de liquidez y la debilidad del dólar a nivel internacional, eso favoreció los precios: pero esperamos una reversión de ese proceso este año”, sostuvo.

“Un punto adicional que se puede sumar es que, ante la perspectiva de que la Fed suba la tasa de interés, que el dólar pueda fortalecerse todavía más, y eso puede generar que haya una devaluación mayor en las monedas de nuestros socios comerciales. Eso podría quitar un poco más de competitividad a Argentina. Por lo tanto, los efectos de los movimientos de la Reserva Federal vienen por varios canales”, analizó Manoukian.

Proyección

En ese escenario, desde la consultora Abeceb habían señalado que el 2022 “no sería un año tan alentador como 2021 para las exportaciones argentinas, que caerían un 4% a los u$s74.818 millones, una noticia que preocupa dado el crecimiento del 5,1% esperado para las importaciones, las cuales equivaldrían a u$s66.407 millones a fines del presente año”. “De tal manera, la Balanza Comercial evidenciaría una pérdida de casi la mitad del Saldo Comercial en 2022 (u$s8.410 millones). Un hecho sumamente preocupante para una economía en la cual el comercio exterior es el principal ingreso de divisas”, señalaron desde la firma.

Por su parte, desde LCG remarcaron: “Con todo, el Índice de Condiciones Externas que anualmente elaboramos indica que las condiciones favorables que primaron en 2021 se desvanecen en 2022. No obstante, hay que resaltar que 2021 reflejó niveles extraordinarios y 2022 mostrará niveles ‘normales’, que superan incluso los alcanzados entre 2015-2020”.

¿Qué debería hacer Biden en comercio internacional?

Las políticas aislacionistas y proteccionistas del ex presidente de Estados Unidos Donald Trump, resumidas en la frase “Estados Unidos primero”, dañaron gravemente a Estados Unidos y su papel de liderazgo mundial. El aumento de los aranceles a las importaciones que ingresan a Estados Unidos, en especial a las que provienen de China, sólo logró incitar a que otros países impongan aranceles recíprocos a los productos estadounidenses. La política comercial de Trump, por lo tanto, terminó perjudicando a la mayoría de los estadounidenses, afectando desde agricultores hasta consumidores de clase media.

Durante el gobierno de Trump, Estados Unidos también abandonó unilateralmente su papel mundial, mismo que le hubiera permitido inclinar a su favor la formulación de normas internacionales en materia de comercio internacional y gestión de la crisis climática. Estados Unidos se retiró del acuerdo climático de París de 2015, de la Organización Mundial de la Salud, y del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), y lanzó un ataque despectivo contra la Organización Mundial del Comercio al negarse a aceptar cualquier nombramiento para llenar las vacantes en el Órgano de Apelación de la OMC.

El aislacionismo de Trump fue especialmente doloroso para los principales aliados de Estados Unidos en Europa y Japón. Cuando Estados Unidos abandonó los altos principios morales en el ámbito del libre comercio y el multilateralismo basado en normas, también amenazó los valores de dichos aliados clave.

El gobierno del presidente Joe Biden revirtió rápidamente muchas de las políticas económicas, ambientales, y relativas al Covid-19 dictadas por Trump, e incluso restituyó la participación de Estados Unidos en el acuerdo de París y revirtió el retiro estadounidense de la OMS. Sin embargo, Biden ha tardado mucho en echar para atrás las medidas proteccionistas de su predecesor. Después de casi un año desde el inicio del mandato de Biden, algunos de los aranceles impuestos por Trump siguen vigentes.

No se habla sobre la adhesión de Estados Unidos al sucesor del TPP: el Acuerdo Integral y Progresista para la Asociación Transpacífica (CPTPP, o también conocido como TPP11). Y, si bien el gobierno Biden sí habla acerca de revivir la OMC, aún le queda como tarea pendiente la conversión de la retórica en acción.

La inacción de Biden es desconcertante. Él se ha expresado claramente sobre cuáles son sus objetivos políticos con respecto a China, país al que ve como el competidor más serio de Estados Unidos. En diciembre, Biden invitó a más de 100 líderes mundiales a la Cumbre para la Democracia, un evento virtual cuyo propósito fue debatir acerca de los desafíos que plantean los Estados autoritarios, principalmente aquellos planteados por China y Rusia. Teniendo en cuenta esto, ¿por qué su gobierno no actúa con prisa para adherirse al CPTPP?

El TPP original fue firmado en el año 2016 durante la presidencia de Barack Obama, lo firmaron 12 países de la Cuenca del Pacífico, incluido entre ellos Estados Unidos, y excluía de manera notoria a China. Se lo concibió como una alianza económica regional destinada a promover de manera integral el libre comercio y la inversión, así como también una alianza que protegería los derechos de propiedad intelectual, regularía el comercio digital y evitaría que los Estados signatarios obtengan una ventaja competitiva injusta a través de las acciones de sus empresas de propiedad estatal (EPE). El pacto fue un intento poco disimulado por parte de las principales economías del Pacífico, con la excepción de Corea del Sur, de competir más eficazmente con China. Y el acuerdo sucesor del mismo, el CPTPP, ha acrecentado cada vez más su influencia en la región de Asia y el Pacífico, a pesar de que, hasta la fecha, Estados Unidos se niega a unirse al mismo.

No es difícil ver por qué. Muchos países que dependen del mercado chino han tenido que tragar durante mucho tiempo las condiciones establecidas por China en materia de comercio e inversión. Por ejemplo, las autoridades chinas a menudo exigen a las empresas extranjeras que realizan inversiones directas en China que formen una empresa de riesgo compartido junto con un socio local, en lugar de establecer una subsidiaria que sea de su total propiedad. Además, el rápido crecimiento de las exportaciones chinas ocurrió gracias a que los bancos estatales financiaron a las EPE, lo que llevó a que otros países se quejen sobre la excesiva subvención en China. Se suponía que el TPP expandiría el comercio libre y justo, así como la inversión basada en reglas entre sus miembros, pero también se suponía que establecería reglas de compromiso para evitar que China se aprovechara injustamente de sus socios comerciales.

Después de que Trump retirará a Estados Unidos del TPP en enero del año 2017, el entonces primer ministro de Japón, Shinzo Abe, tomó la iniciativa de forjar el acuerdo CPTPP, o TPP11, entre los miembros restantes del pacto. Se archivaron algunas de las cláusulas a favor de las cuales había ejercido presión Estados Unidos durante las negociaciones para la firma del TPP original, pero se las podría reintroducir, en caso de que Estados Unidos decidiera adherirse al nuevo tratado. El TPP11 está funcionando bien, pero sin embargo echa de menos la presencia de Estados Unidos.

Además, mientras Estados Unidos desperdiciaba los últimos cinco años por su alejamiento del emergente marco de comercio e inversión de Asia y el Pacífico, se produjeron otros dos acontecimientos importantes. En primer lugar, China, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y los diez Estados miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) firmaron el acuerdo de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), (India se retiró de este acuerdo en la última fase de las negociaciones).

El acuerdo RCEP, que entró en vigor el 1 de enero de este año, negocia operaciones de comercio exterior por un valor de 2.5 billones de dólares entre sus miembros, es decir, una cifra que aproximadamente es 13% del valor total del comercio mundial de bienes, y sus 15 signatarios representan el 30% del PIB mundial. Es el primer acuerdo de libre comercio entre Japón y China, y se espera que profundice la relación comercial bilateral entre estos dos países.

Sin embargo, para dar cabida a las economías de los mercados emergentes de la ASEAN, los aranceles promedio bajo el marco del acuerdo de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) seguirán siendo más elevados que aquellos en el acuerdo TPP11, y la cobertura de las inversiones es más limitada.

El segundo acontecimiento es que China y Taiwán solicitaron por separado su adhesión al TPP11 en septiembre de 2021, lo que plantea enormes desafíos para el gobierno japonés. Para empezar, ¿pueden los miembros existentes del TPP11 negociar con China para mantener la alta vara de requisitos para ingresar al acuerdo, o podrían terminar divididos por el tema de cuán dura debería ser la postura a tomar?

Es más, si bien es de esperar que China adopte una postura dura contra la adhesión de Taiwán al acuerdo, los países del TPP11 podrían considerar que darle la bienvenida a Taiwán, un líder mundial en la fabricación de semiconductores de alta gama, les brindaría beneficios adicionales en materia de seguridad económica. Esto podría provocar duras reacciones por parte de China.

Teniendo en cuenta la incertidumbre que existe con relación a la disposición que tiene Japón en cuanto a jugar un duro partido con China y Taiwán sobre el TPP11 en los ámbitos políticos y económicos, se necesita hoy más que nunca la presencia de un fuerte liderazgo estadounidense. La rápida adhesión de Estados Unidos al acuerdo mejoraría el comercio estadounidense con importantes economías de Asia y el Pacífico, y reforzaría sus esfuerzos por competir con China. Biden debería hacer que la adhesión a este acuerdo se convierta en un asunto de prioridad urgente.